Los
orígenes de la actividad turística de Cartagena se originan a partir del
desarrollo comercial debido a la importancia del puerto, que implicaba la
llegada de viajeros por motivos de negocios. Esto hizo necesario el desarrollo
de una infraestructura capaz de atender a este segmento de viajeros. A
comienzos del siglo XX llega el primer buque bajo la modalidad de crucero, se
trató del Vapor Avon de la Royal Mail con 300 pasajeros a bordo. Le siguieron
otros similares, logrando así que Cartagena se fuese posicionando muy bien como
puerto de escala. De ahí que para el periodo 1935-1940 la ciudad recibiera
noventa mil crucecitas que arribaron en 641 vapores. Cabe mencionar que para
ese entonces surgieron las agencias operadoras de viajes y los guías de turismo
(Sierra & Rey, 2007)
Para la década de 1950 el gobierno local contrató
un estudio referido a la actividad turística de la ciudad. En el mismo se
expusieron una serie de debilidades del destino junto con algunas
recomendaciones para el sector turístico.
Entre las debilidades encontradas se califica de
"deficiente" la operación del turismo de cruceros (pese a llevar 30
años recibiendo este tipo de embarcaciones) y la desarticulación entre las autoridades
portuarias. Es de resaltar que esta situación es superada en el momento en que
la concesión del muelle de la ciudad es entregada a un operador privado.
Actualmente Cartagena cuenta con un operación logística de cruceros
competitiva, la cual se ve reflejada no sólo en el número de buques que está
llegando sino también en los comentarios positivos de los pasajeros.
Como sitio Patrimonio Histórico y Cultural de la
Humanidad, Cartagena constituye un destino estratégico para la dinámica
industria de los barcos de pasajeros dado que es uno de los puertos más
modernos de América, rico en historia y atractivos turísticos que le permite a
la industria de cruceros atraer cada vez más turistas a la ciudad.
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